Debemos prestar atención a las señales de alerta para tomar acciones preventivas.
Tras el éxito alcanzado por la serie 13 Reasons Why se ha puesto en boca de todos un tema sensible: el suicidio. Según las cifras del Instituto Nacional de Salud Mental (2016) cada 22 minutos una persona en Lima intenta quitarse la vida, siendo la depresión la principal causa de suicidio en el Perú. De un millón setecientos mil personas que sufren depresión, 25% acude a recibir atención en un centro de salud, 20% se da cuenta que necesita atención pero no hace nada y 55% no lo advierte ni le presta atención.
En la serie de Netflix, basada en el libro de Jay Asher, la protagonista Hannah Baker deja unos audios en los que explica y da a conocer algunas de las razones por las cuales se suicidó, entre ellas: la desesperanza y depresión. Ella percibía que la situación por la cual atravesaba no tenía salida. [Alerta de spoiler] En ocasiones, a lo largo de la serie menciona frases que develan su pesar: “No se puede detener el presente, ni tampoco rebobinar el pasado”, enfatizándose con mayor claridad en la cinta 13. Para ella, no había nada más que hacer.
La desesperanza es un fuerte signo que predice el suicidio, una acción de escape, para calmar un dolor psicológico intolerable, como lo que pasaba con Hannah, viviendo una ambivalencia y pensamientos negativos, lo cual constriñe el evaluar otras alternativas.
[Alerta de spoiler] Hubo indicios de que ella no estaba bien: escribir una nota matizada de razones para no vivir, el cambio radical en su apariencia física a través de su corte de cabello, dejar sus cosas en orden (su habitación o cuando devuelve su uniforme en el cine), aislarse de sus amigos y familiares, irritabilidad y cambios bruscos de humor. Es importante señalar que muchos de esos cambios fueron evidentes y percibidos por su entorno; sin embargo, le restaron importancia. Todos estos comportamientos enviaban un mensaje: llamar la atención en busca de ayuda, siendo todos observadores, pero no prestando atención a estas señales de alerta.
[Alerta de spoiler] Asimismo, una serie de sucesos y factores psicosociales importantes desencadenaron su conducta suicida y acompañaron su decisión: el abuso sexual que sufrieron su entonces mejor amiga y ella, el hostigamiento sexual por parte de quienes ella consideraba sus amigos, el acoso escolar constante y el cyberbullying. Todos ellos, son acontecimientos negativos, disruptivos, incontrolables y perturbadores que en conjunto, hicieron que Hannah se sumara en una profunda desesperanza.
[Alerta de spoiler] Tras ver arruinada su reputación, se suma una pérdida de soporte social: sus amigos se alejan, sus padres permanecen constantemente preocupados por temas financieros, y, el Sr. Porter, con quien finalmente se sincera, no se involucra. En las propias palabras de Hannah: “Podría parecer que cada vez que alguien te ofrece una mano para levantarte, te suelta y acabas cayendo todavía más bajo”, revelándonos tristeza y soledad, sin relaciones significativas que le den soporte.
Las experiencias de Hannah nos llevan a reflexionar sobre el suicidio como un problema de salud pública a nivel nacional y mundial, siendo cada vez más evidente que los jóvenes son más vulnerables. Los trastornos depresivos están asociados con una alta frecuencia de conducta suicida y, las características propias de la adolescencia, como por ejemplo: baja tolerancia a la frustración, dificultades en el control de impulsos o reacciones polarizadas: todo o nada, entre otros; los convierten en población de riesgo.
Es importante prestar atención a aquellas señales de alerta, como las que presentó Hannah, que podrían indicar que algo no está yendo bien con sus hijos para saber cómo responder, tomando acciones preventivas. No minimicemos estas señales tanto en casa como en el centro educativo y, frente a ellas, apoyar a la persona, no juzgar, conversar con él o ella, haciéndoles sentir que no están solos, que es válido que hable de cómo se siente y porqué. Al mismo tiempo, informar y acudir lo más pronto posible con los especialistas con el fin de implementar estrategias de intervención. Así podremos darles alternativas, reconociendo que el suicidio nunca debe ser una opción.