La investigación sostiene que es posible incrementar el nivel de compresión lectora mediante el desarrollo de la habilidad inferencial.
El rol de la escuela y sus maestros es muy importante para asegurar que los estudiantes sean lectores competentes, por ello la práctica pedagógica debe estar basada en evidencias.
Recientes y sólidas investigaciones afirman que la comprensión lectora sería el producto de la interacción de dos procesos muy importantes, pero insuficientes por sí mismos: la descodificación y la comprensión de lenguaje. La descodificación se refiere a la lectura precisa y fluida de las palabras escritas, cuyas dificultades pueden generar un efecto “cuello de botella” para la comprensión. Generalmente, se logra automatizar la descodificación después de los primeros grados, es entonces cuando la riqueza del vocabulario y los conocimientos previos, factores relacionados a la comprensión del lenguaje, cobran relevancia ya que van a permitir la elaboración de inferencias.
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Afortunadamente, la investigación sostiene que es posible incrementar el nivel de compresión lectora mediante actividades de elaboración de inferencias.
Las inferencias podrían definirse como aquella información que no aparece de forma explícita en el texto, sea oral o escrito. Es decir que la habilidad de realizar inferencias no solo se limita al ámbito de la lectura, sino que es una habilidad propia del complejo pensamiento humano, por ello, hay una diversidad de tipos de inferencias. Por ejemplo, al leer el siguiente texto: El joven tenía una fuerte lesión muscular. Con mucha pena, el equipo partió sin una de sus mejores estrellas. Muchos coincidirán que se trata de un futbolista talentoso, que se ha lastimado y en consecuencia no lo convocaron para la selección de un equipo que estará en desventaja al no contar con él. Sin embargo, en el texto no aparecen las palabras “futbolista”, “convocatoria” o “campeonato”; tampoco dice que a consecuencia de la lesión no lo convocaron. Toda esta información ha sido aportada por el lector que tiene conocimientos previos sobre deportes.
Los programas con mayor éxito para mejorar la comprensión lectora incluyen actividades de elaboración de inferencias o, mejor dicho, de los diferentes tipos de inferencias. El Dr. Ripoll, psicopedagogo y renombrado investigador en este campo, tiene una propuesta orientada al contexto del aula. En esta clasificación hay cinco tipos de inferencias, a cada una de ellas le corresponde una pregunta:
1. ¿De qué (quién) habla el texto cuando dice…? Para ello se debe comprender la relación de los referentes con los pronombres, así como la inferencia por contexto de algunas palabras o expresiones.
2. ¿Qué relación hay entre…? Se solicita que se relacione información adyacente, que puede estar cerca o alejada dentro del texto.
3. ¿Qué se puede predecir sabiendo que…? Se requiere de predicciones, que serán favorecidas por los conocimientos previos.
4. ¿Qué más se puede decir sobre esto? En estas inferencias es muy importante lo que el lector pueda aportar desde sus conocimientos.
5. ¿Qué quiere decir todo esto? Requiere de los conocimientos generales y específicos del tema para notar una posible diferencia entre el mensaje del autor y su verdadera intencionalidad.
Además, estas preguntas se pueden materializar con el empleo de imágenes para elaborar asociaciones, secuencias, establecer causas y consecuencias, predicciones, pequeñas escenificaciones, actividades humorísticas y juegos de palabras tales como adivinanzas y autoexplicaciones.
Esto quiere decir que un maestro tiene muchas posibilidades para desarrollar la habilidad inferencial de sus estudiantes y así potenciar su competencia lectora. Ello será de suma importancia, dado que la lectura es una herramienta fundamental para el aprendizaje de muchas áreas del conocimiento, acercándolo al basto legado cultural que le generará inquietud intelectual y, sobre todo, el desarrollo integral de su persona.