Desde el inicio de la pandemia por COVID 19, muchos profesionales se vieron en la necesidad de utilizar mascarillas quirúrgicas durante muchas horas, cada día. Algunos de ellos son personas cuyos trabajos requieren gran esfuerzo y uso de su voz, como los profesores, los teleoperadores, los abogados y los entrenadores deportivos. Ello ocasionó que sumado al desgaste natural producto de su trabajo, tuvieran que hacer un mayor esfuerzo para que se les oiga, debido a la combinación mascarilla, pantallas y distancia social.

Diversos estudios señalan que las personas que utilizan las mascarillas quirúrgicas pueden experimentar fatiga vocal, poca inteligibilidad del habla y mala coordinación entre el habla y la respiración.

En una investigación realizada por Lin, Cheng, Wang y Xu (2021), en adultos hombres y mujeres de entre 20 y 85 años encontraron que el nivel de presión sonora (SLP) o intensidad, aumenta significativamente con el uso de las mascarillas. Estos cambios pueden ser el resultado del aumento en el tono y el volumen cuando las personas intentan hacer que sus voces suenen más claras. El ajuste del tracto vocal (cavidad nasal, cavidad oral, faringe y laringe) cuando usan máscaras médicas y la función de filtración de estas  mascarillas, conlleva a que la estabilidad de las voces sea exagerada. Cabe señalar que el impacto de las máscaras médicas en diferentes sexos no fue evidente, mientras que el Tiempo máximo de fonación (TMF) en el grupo de personas mayores 45 años de edad fue más influenciado que en el grupo de personas igual o menor de 45 años.

Por todo ello, es importante tener algunos cuidados para evitar el riesgo de tener una patología vocal.

¿Qué podemos hacer para cuidar nuestra voz con el uso de la mascarilla?

1. Utilizar un tono de voz natural, evitando forzar la voz y utilizando algún sistema de microfonía de ser necesario.

2. Hablar despacio, articulando bien las palabras.

3. Realizar descansos de voz a lo largo del periodo de trabajo.

4. Hidratarse bien, tomando un mínimo de dos litros de agua cada día.

5. Evitar irritantes como el alcohol, el tabaco y el exceso de café, pues contribuyen a deshidratar el organismo.

6. Evitar tomar líquidos muy fríos o calientes.

7. Descansar, dormir bien y hacer ejercicios de relajación (especialmente de la zona del cuello) y de respiración.